Mientras más me preparo, mejor improviso.
Esta semana les hablo del jazz y los equipos creativos, de un libro de Bono, de la primera serie de Stallone en televisión y de cuando los que se supone son buenos, son los malos.
Hace poco tuve la suerte de estar en una charla en Columbia Business School, donde el director del programa de música nos hablaba del jazz mientras con su banda interpretaba distintas piezas, algunas basadas en una partitura, otras producto de la improvisación entre los músicos.
El jazz es un ejemplo increíble del buen trabajo en equipo, y es que allí cada uno de los integrantes tiene la oportunidad de brillar por sí mismo, pero a la vez en la medida en la que se articulen con el resto del grupo tendremos nuevas y mejores ejecuciones. Por ejemplo, su cercanía y la capacidad que tengan de leer al resto de sus compañeros los harán mantener el ritmo y la armonía, y de paso tener una buena ejecución.
Es completamente distinto a lo que pasa en una orquesta sinfónica, donde un director dice exactamente a cada miembro qué tiene que hacer y cómo. En el jazz, es una constante negociación e improvisación, en el mejor sentido de la palabra.
Cada banda de jazz tiene elementos que se asemejan a los de un equipo, como por ejemplo el líder de la banda, el director, normalmente es quien marca el tono con el que se va a comenzar cualquier pieza, y aunque probablemente pueda ser el centro de atención por momentos, es capaz de hacerse a un lado para dejar que los demás intervengan en lo que saben hacer mejor.
El baterista es quien mantiene el ritmo, a veces tiene que subir el volumen y la intensidad de su ejecución para que el resto del grupo no se pierda, a veces sencillamente baja su volumen para que otros puedan brillar.
El bajo, muy parecido al baterista, arma un escenario, un fondo con el que los demás pueden integrarse, enlazarse, y obviamente brillar cuando les toca, y tiene la particularidad (igual que sucede con el baterista) que cuando más se nota es cuando no está.
La guitarra rítmica lleva la melodía y la armonía, le da color a la pieza, igual que otros instrumentos como el saxofón, los metales, y más. Probablemente leyendo esto pudiste hacer una analogía con algún miembro de tu equipo, o contigo. Probablemente has estado en varias de esas posiciones, incluso en el mismo equipo, especialmente si tu trabajo tiene que ver con la creatividad.
En el jazz, al igual que en el trabajo creativo, cada día debes crear una pieza distinta, diferente, que no aburra al público. En el jazz, como en la vida, es importante la preparación, porque mientras más preparados estemos y mientras más nos compenetremos con el equipo, nos resultará más sencillo "improvisar", atender los cambios no esperados.
Probablemente cuando leyeron "improvisar" se detuvieron y pensaron que en sus trabajos no cabe la improvisación, pero estamos hablando de cosas distintas: cada día, cada paso y cada movimiento que damos, es un acto de improvisación, de reacción inmediata de tu cerebro tomando en cuenta tu preparación, tu experiencia, el medio que te rodea y cómo cambia en el momento.
Si cruzas la calle vas a voltear a ambos lados, y dependiendo de lo que pase en ese momento, que no tienes forma de adivinarlo previamente, tu cerebro va a improvisar una respuesta. Puedes seguir avanzando o puedes detenerte, o una combinación de esas dos cosas. Lo importante es que esa capacidad de improvisar que tenemos los seres humanos es lo que hace que sigamos creciendo, avanzando, multiplicándonos, llevando adelante nuestras ideas.
Y de nuevo, mientras mejor nos preparemos, a medida que seamos mejores en lo que hacemos, mejor se nos va a dar esa "improvisación", como los virtuosos músicos de jazz.
The Inside Man (Netflix). Steven Moffat es uno de los escritores que revivió Doctor Who, que escribió Sherlock y Jekyll de la BBC y es quien desarrolló Inside Man para la BBC y Netflix.
Como cereza en el pastel, los protagonistas de esta miniserie de ocho episodios son Stanley Tucci, en el papel de un profesor de criminología literalmente en el patíbulo, en la cárcel esperando la fecha de su ejecución, y David Tennant (uno de mis Doctor Who favoritos) en el papel del vicario de un pueblo, que hace tan buen papel que uno le grita al televisor conforme este personaje se va enredando sin necesidad en miles de problemas. (Me costó no dar ningún spoiler aquí, jaja).
La trama se va entretejiendo en esos ocho episodios de una manera exquisita, para un final que vas viendo venir y casi rematas con un “bien hecho, por idiota”. Pero lo que más me llama la atención es que durante toda la serie se repite la frase “el no es capaz de hacer nada malo, es una buena persona”, incluso mientras esa “buena persona” está cometiendo una atrocidad, y es que en nuestra sociedad muchas veces se excusan los peores crímenes por la concepción preestablecida que tenemos de las personas, se la merezcan o no.
Es decir, cuando los que suponemos que son los buenos, en realidad son los malos de la partida.
Se las recomiendo ampliamente, (está en Netflix, como les comenté), al principio es un poco desesperante el vicario pero va tomando forma la historia y el final hace que valga la pena.
Tulsa King (Paramount+). Un mafioso neoyorkino, Dwight “El General” Manfredi, interpretado por Sylvester Stallone, sale de prisión luego de 25 años, y se encuentra con una nueva organización que no lo quiere en la ciudad y lo relega a “desarrollar el negocio” en Tulsa, Oklahoma, donde se da cuenta de que su familia de la mafia en realidad lo exilió, así que decide formar su propia pandilla
Tiene muchas situaciones propias del encontronazo de una persona que tiene 25 años separado de la sociedad, con “nuevas generaciones”, especialmente de criminales, pero el indiscutible carisma de Stallone (en esta, su primera serie de televisión) hace que sea fabulosamente entretenida (y aclaro, soy fanático de Stallone desde Rocky, así que esta recomendación no es muy objetiva).
Está disponible en Paramount+ (y desde diciembre en America Latina).
Surrender: 40 Songs, One Story. (Un libro de Bono). Aproximadamente 500 páginas y 40 capítulos le tomó a Bono, el lider de la banda U2, contar su historia. 40 capítulos titulados como las canciones de la banda, sin un orden cronológico pero que al final se van entrelazando para construír una sola historia donde habla de los caminos que ha recorrido: como activista político, como un tipo que a veces no cierra la boca en los momentos en los que debería, como esposo, y obviamente como la voz de una de las bandas más longevas de la historia del rock.
Una de las anécdotas que más me llamó la atención la viví de primera mano, cuando en 2014 decidieron regalar el álbum Songs of Innocence a todos los suscriptores de iTunes en 119 países. El problema con eso es que si abrías tu iPod ese día, probablemente iba a tener la memoria completamente ocupada con los temas del álbum (se descargaba automáticamente en tu dispositivo), y eso fue tomado como un abuso de parte de muchas personas, especialmente los no-fans de la banda.
Bono cuenta que el pensó que estaba haciendo algo como dejar una botella de leche en la puerta de las casas de todas esas personas, pero luego se dió cuenta de que “algunos podían ser intolerantes a la lactosa”.
En el libro, con historias como esa, y en la entrevista que le hizo Steven Colbert hace pocas semanas, te das cuenta de que en realidad Bono es un tipo que hasta se ríe de él mismo, que es humilde y destila una gran sinceridad.
Para mí fue muy refrescante, porque nadie lo sabe todo, y ver a una persona con ese talento tener esa humildad, te invita a reflexionar sobre tu propia forma de ver las cosas.
Acá abajo les dejo un video en donde hace una versión de “With or Without You”, que es una joya para los que somos fanáticos de esta banda, y de este personaje.